El gran terremoto de Cucuta y Táchira.

EL GRAN TERREMOTO DE CÚCUTA Y TÁCHIRA. 18 DE MAYO DE 1875.

Catedral de San Cristóbal (Estado Táchira – Venezuela), con parte de los daños que sufrió, donde se encuentra el círculo rojo e internamente el altar y el presbiterio.

Foto tomada del libro La Mirada del Otro, Viajeros Extranjeros en la Venezuela del Siglo XIX, de Elías Pino Iturrieta y Pedro Enrique Calzadilla.

JDRC

José D. Rico Carrillo

Retazos históricos del Táchira

EL GRAN TERREMOTO DE CÚCUTA Y TÁCHIRA, A 18 DE MAYO DE 1875.

Con motivo del cincuentenario de este gran cataclismo hemos reunido los siguientes datos, tomados de cartas particulares inéditas, de periódicos y de hojas sueltas de la época, poniendo a contribución nuestros propios recuerdos, basados en tradiciones fidedignas, pues no hemos hallado ninguna descripción detallada de tan terrible suceso, siendo a la verdad materia que se presta para escribir una interesante monografía.

SIGNOS PRECURSORES

El 16 de mayo, a las cinco y media de la tarde, hubo un temblor, y otro a las cinco de la mañana del 17, víspera del gran sacudimiento, ambos de alguna intensidad, pero que no alarmaron a la población. Así mismo, díjose entonces, que horas antes del terremoto, o sea en la mañana del 18, se observó en un palomar existente en las cercanías de Cúcuta, gran inquietud en las aves, al grado de no atender éstas a la ración de granos que se les daba; y que esta novedad fue referida por el mismo observador, sin atinar en la causa, en uno de los billares de la ciudad momentos antes del desastre.

Ocurrió, pues, en Cúcuta el mismo fenómeno de la inquietud de las aves, observado cuando el terremoto de La Grita en 1610, según la descripción del cronista Fr. Pedro Simón, fenómeno precursor ya observado en la antigüedad por Aristóteles y que debe tomarse muy en cuenta.

EL TERREMOTO

A las once y media del día, hora en que almorzaba tranquilamente la generalidad de la población, ocurrió el terrible sacudimiento, con tal violencia, que materialmente no dejó piedra sobre piedra en la próspera ciudad de Cúcuta y sus contornos. La duración del movimiento fue de cuarenta y cinco segundos, y algunos creyeron que fuese aún más largo, en lo que no había exageración, pues recordamos que en Mérida, donde se sintió fortísimo, dio tiempo para que varias personas hiciesen dos y hasta tres salidas a la calle, dentro del temblor, sacando niños y personas inválidas para ponerlos a salvo. D. José Ignacio Lares calculó su duración en un minuto.

Los detalles del desastre, respecto a Cúcuta y lugares destruidos, son por extremo lastimosos e impresionantes. Formarían un grueso volumen. ¡Qué de escenas trágicas conmovedoras! ¡Cuántas vidas preciosas sacrificadas instantáneamente! ¡Qué suplicio tan terrible el de muchos que quedaron sepultados vivos bajo los escombros por largas y torturantes horas! ¡Y los gritos desgarradores de los que, en rigurosa intemperie, se veían repentinamente sumidos en la orfandad o la viudez; y sobre todo, la actitud desesperada de las infelices madres, cavando en las ruinas en pos de los hijos que les arrebataba el destino…! ¡Sólo una pluma dantesca podría describir cuadros semejantes de desolación y de espanto!

EXTENSIÓN DEL MOVIMIENTO

A más de Cúcuta, con mayor o menor estrago, sufrieron también los efectos del cataclismo en la vecina República de Colombia las poblaciones de San Luis o antiguo Pueblo de Cúcuta, el Rosario, San Cayetano, Santiago, Bochalema, Gramalote, Arboleda, Salazar y otros lugares. En Venezuela fueron arruinados unos totalmente y otros en parte, San Antonio, Ureña, Capacho, San Cristóbal, Táriba, Rubio, Vargas, La Grita, Lobatera, Colón, Palmira, Constitución y otros vecindarios importantes del Táchira.

TEMBLORES SUBSIGUIENTES

Hasta Mérida y Maracaibo llegaba la onda sísmica de los muchos movimientos que siguieron a la catástrofe. Estos temblores de varia intensidad, unidos a ruidos subterráneos frecuentísimos, en forma de bramidos, según crónica del notable periodista D. Luis F. Briceño, redactor de El Porvenir, de San Cristóbal, aún se sentían en Cúcuta y en el Táchira para fines de octubre de 1875, lo que contribuía a mantener en angustiosa y continua alarma a los habitantes de las poblaciones fronterizas en una y otra República.

CAUSA DEL CATACLISMO

De una carta, cuyo autor no se expresa, transcribimos el siguiente párrafo, el cual contiene una información que concuerda con lo que siempre oímos referir a testigos presenciales sobre la causa o foco del gran cataclismo.

“Generalmente se cree que la causa está en un volcán en un cerro de Venezuela, en el Distrito Ureña, casi al frente de Cúcuta (San José), en que hay unas termas, cuyas aguas, dicen, se inflamaron. En los días anteriores y posteriores al suceso, han notado columnas y penachos de humo que se desprenden del cerro, no siendo humo producido por incendio, pues dicho cerro es rocalloso y sin arbustos, ni aún yerbas”.

EL GRAN TERREMOTO DE CÚCUTA Y TÁCHIRA, A 18 DE MAYO DE 1875.EL GRAN TERREMOTO DE CÚCUTA Y TÁCHIRA, A 18 DE MAYO DE 1875.

Iglesia de Villa del Rosario (Dpto. Norte de Santander – Colombia), con los daños causados por el terremoto.

Foto tomada del Diario La Opinión de Cúcuta, edición digital del 15 de junio 2021.

JDRC.

NÚMERO DE VICTIMAS.

Según parece, no se hizo entonces con formalidad ningún cálculo aproximado sobre el número de las víctimas en los lugares destruidos. A la verdad, en el gran desconcierto que produce una calamidad semejante, toda la atención se concreta a obras de salvamento y socorro de los desvalidos. Entre los cálculos generales hechos en el mismo año de 1875, figura el de siete mil víctimas, sumadas las de Colombia y Venezuela, cálculo a que se refiere el Dr. Eusebio Baptista, considerándolo exagerado en una publicación que hizo en aquellos mismos días. También se ha considerado exagerado el que fijó en cinco mil el número de muertos tan sólo en la ciudad de Cúcuta.

PÉRDIDA DE INTERESES

Calculáronse las ocasionadas por el terremoto de Cúcuta en una suma de siete a diez millones de pesos. No creemos que haya exageración en este cálculo, dada la vasta extensión del estrago, pues aunque en muchos lugares de Colombia y Venezuela, dentro del radio del sacudimiento, no hubo pérdidas de vidas, los daños materiales fueron inmensos. A más de la destrucción de los edificios, que en Cúcuta y otras poblaciones fue total, y la pérdida de fuertes capitales, grandes depósitos de mercaderías, muebles preciosos y objetos de gran valor, el activo y próspero comercio de Táchira con Maracaibo, que entonces se hacía por la vía de Cúcuta, quedó de hecho paralizado por algún tiempo.

ESCANDALOSO PILLAJE.

A la gran calamidad producida por la furia de los elementos físicos, agregóse otra no menor e incalificable: el desborde de las malas pasiones. Acompañando a los cuervos que se cernían en Cúcuta, sobre los escombros infectados, por la putrefacción de millares de cadáveres, apareció, como salida del Averno, una compañía organizada de salteadores. ¡El crimen venía a explotar el campo pavoroso de las ruinas!…

Las autoridades del Táchira atendieron prontamente el rescate de los objetos robados que pasasen a Venezuela. Con fecha 1° de junio, el gobierno de Venezuela pasó a la orden del de Colombia, veintitrés mil pesos en documentos, doscientos ochenta en dinero y algunas prendas de valor que habían sido rescatados y estaban depositados en Táriba, pertenecientes a un vecino de Cúcuta, quien quedó sepultado vivo bajo las ruinas, y a quien los salteadores dejaron perecer, desoyendo las súplicas y ofertas de dinero que les hacía. Uno de los jefes de estos malhechores fue aprehendido y pasado por las armas sin fórmula de juicio.

PRIMEROS AUXILIOS.

De todas partes llovieron socorros sobre los pueblos destruidos en Colombia y Venezuela. Los primeros auxilios fueron naturalmente de víveres y ropas. Apenas reseñaremos aquellos de que tenemos noticia por las hojas sueltas y periódicos de la época que hemos consultado.

53 cargas de víveres, ropas y otros menesteres partieron de Rubio con destino a Cúcuta, el Rosario y San Antonio, el 23 de mayo, a virtud de colecta efectuada por las autoridades. También de Mérida salieron, con fecha 28 de mayo, 40 cargas con auxilios de igual naturaleza, despachadas por el general Pedro Trejo Tapia, Presidente del Estado, quien luego partió para el Táchira a prestar allí personalmente sus servicios, llevando otros auxilios.

El Gobierno Nacional de Venezuela despachó como comisionado al honorable caballero don Pascual Casanova, auxiliando a los pueblos del Táchira con 1.200 bultos entre víveres, medicinas y otros efectos de mayor necesidad. Auxilios en especies fueron también despachados de Maracaibo y otros puntos de Venezuela, con destino a los necesitados por causa del terremoto.

El Presidente del Estado Santander (Colombia), don Aquileo Parra, estuvo personalmente en el teatro del desastre y luego pasó a San Antonio el 1° de junio, poniéndose en perfecta inteligencia con las autoridades del Táchira, a quienes manifestó que había dado orden de remitir a la expresada ciudad de San Antonio parte de los auxilios de víveres destinados a Cúcuta. En su nombre y en el del Gobierno de Colombia, manifestó, además, hallarse muy obligado por la celosa actividad de las autoridades venezolanas ante el pillaje desarrollado sobre las ruinas de Cúcuta.

AUXILIOS EN DINERO.

La primera suma que se aplicó en el Táchira como auxilio, fue la de 3.500 venezolanos existente en la Tesorería de la Junta Nacional de Fomento, lo que se hizo por la urgencia de las circunstancias, a reserva de la aprobación del Gobierno Federal, el cual la dio desde luego, remitiendo además la suma de 5.000 venezolanos de auxilio a los pueblos del Táchira, y otros 5.000 más con destino a Cúcuta.

Para el 20 de junio, la suscripción hecha en Bogotá para auxiliar a las víctimas montaba 19.465 pesos. Y con fecha 31 de mayo, una ley nacional destinó 200.000 pesos de auxilio para los pueblos destruidos. De esta cantidad, la Asamblea Legislativa del Estado de Santander dispuso asignar 50.000 pesos a las poblaciones del Táchira.

En seguida anotamos otros auxilios de dinero para el Táchira de que tenemos conocimiento (contabilizados en venezolanos): del Estado Mérida, 285.82; del Estado Trujillo, 1.000; del Estado Falcón, 227.07; del Estado Bolívar, 2.434,10; del Estado Nueva Esparta, 248.55; del Estado Carabobo, 1.259,62; de la Sociedad Mutuo Auxilio de La Guaira, 221; de la Logia de Maracaibo, 800. Según el doctor González Guinán las suscripciones particulares de la República, con el fin expresado, alcanzaron los 50.000 venezolanos, más o menos.

Hoy 20 de mayo de 2.022 en Capacho Nuevo celebran los 147 años del aniversario de la fundación de San Pedro de independencia. (8.00 AM con la celebración eucarística en la Iglesia de San Pedro Apóstol; 9:00 AM ofrenda floral Plaza Los Fundadores y 10:00 AM Sesión Solemne en la Cámara Municipal «General Cipriano Castro», orador de orden Abogado Luis María Mendoza Chacón (Alcalde).

DETALLES DE LA CATÁSTROFE.

Para que el lector se forme una idea del tremendo estrago que produjo la gran sacudida, citaremos solamente lo ocurrido en dos de los hogares de nuestra familia residente en Cúcuta. En la casa de nuestros abuelos maternos don Antonio Troconis y doña Fulgencia Andrade, con quienes vivía su hijo don Lucio R. Troconis, casado con doña Rosalía Febres Cordero, los hijos de éstos y otros deudos muy allegados, por todo diez y ocho personas, murieron doce, contándose entre ellos los nombrados, quedaron cuatro enterrados vivos por varias horas y apenas dos a salvo. En la casa del doctor Miguel N. Guerrero, casado con doña Luisana Troconis, tíos del que esto escribe, sucumbieron ambos esposos con tres señoritas, de las cuales dos eran sus hijas, quedó sepultado vivo bajo los escombros algunas horas el hijo mayor Miguel, y tan solo libre José Antonio, el hijo menor. ¡Y en centenares de casas el estrago fue por el estilo!… De aquí que el sacudimiento exterminador del 18 de Mayo haya dejado huella tan profunda y luctuosa, difícil de borrar, en centenares de familias, así Colombia como en Venezuela.

Tulio Febres-Cordero Troconis.

Mérida, mayo 1925.

En las dos primeras fotos vemos la Catedral de San Cristóbal(Estado Táchira – Venezuela), la una con parte de los daños que sufrió, donde se encuentra el círculo rojo e internamente el altar y el presbiterio; y la otra, una vez concluida su reconstrucción, durante los primeros años del siglo XX. Fotos tomadas del libro La Mirada del Otro, Viajeros Extranjeros en la Venezuela del Siglo XIX, de Elías Pino Iturrieta y Pedro Enrique Calzadilla; y de la página web de Religión Digital respectivamente.

En las siguientes fotos se observa la Iglesia de Villa del Rosario (Dpto. Norte de Santander – Colombia). La tercera nos muestra cómo era el templo antes del terremoto; en la siguiente aparece con los daños; y en la quinta, podemos apreciar tres imágenes después del sismo. Esta iglesia se intentó reconstruir a finales del siglo XIX y comienzos del XX, pero por falta de recursos y el debido apoyo del gobierno colombiano, no se terminó y se dejó en las condiciones que lo vemos, como recuerdo histórico. Además, en la sacristía de este templo se reunió el Congreso Constituyente de 1821, el cual le dio vida a “Colombia”, o Gran Colombia, como la llaman algunos para diferenciarla de la actual Colombia, de la cual fue Bolívar su primer presidente. Fotos tomadas del Diario La Opinión de Cúcuta, edición digital del 15 de junio 2021.

Las últimas tres fotos nos muestran la Iglesia de San José de Cúcuta (Dpto. Norte de Santander – Colombia), que quedó totalmente destruida después del cataclismo. Podemos ver el antes, el después y el ahora. Estas imágenes fueron publicadas originalmente en el blog “Crónicas de Cúcuta”, del cual fueron copiadas.

Reseña en memoria de mi tatarabuelo, don Tulio Febres Cordero, y como recuerdo de los 162 años de su nacimiento (31 de mayo de 1860) y 84 de su fallecimiento (3 de junio de 1938). Realizada por: Lcdo. José D. Rico Carrillo.

Aquí el enlace:

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